Lecturas
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Adiós al 68
2018

Adiós al 68

Joel Ortega Juárez

Editorial Grijalbo

México, 2018

pp. 223

 

En 1968, Joel Ortega (1946) era estudiante en la UNAM y miembro de las juventudes del Partido Comunista Mexicano (PCM) y como tal participa en el Movimiento Estudiantil. Después de 50 años reflexiona, de manera crítica y autocrítica, sobre aquellos días y ofrece su análisis de lo que el movimiento aportó a la realidad política, social y cultural del país.

El tono de la narración es el de un testimonio de vida de alguien que fue testigo de los acontecimientos, pero visto también con el ojo crítico de una especialista en el tema. Ortega ofrece datos de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco que desmienten versiones, que, sin ser reales, se han convertido en “verdaderas”.

Así, afirma que son 58 los estudiantes que puede comprobarse fueron asesinados por el Ejército la tarde del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Los heridos fueron 200 y en torno a los 3,000 los detenidos llevados al Campo Militar 1, Santa Martha y Lecumberri. De los 10 mil asistentes al evento, 7 mil lograron salir de la plaza sin ser detenidos o heridos.

A lo largo de los meses que duró el Movimiento Estudiantil, del 26 de julio de 1968 a los primeros días de enero de 1969, el número de los estudiantes asesinados asciende a 85. Los 58 de la plaza, más otros 27. Los números son parte de la investigación que realizó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), con la que colaboró Ortega.

Da también información precisa de lo que ocurrió con la represión de la marcha de estudiantes del 10 de junio de 1971, la del jueves de Corpus, donde está comprobado que, fueron asesinados 44 estudiantes, pero sin descartar que pudieron ser más.

Ortega en su análisis afirma que el Movimiento Estudiantil sirvió para “construir un pensamiento distinto al hegemónico de la Revolución mexicana gracias a la lucha de masas que se dio durante ese año y que tuvo como protagonista a los estudiantes”.

Y también que otra “de sus grandes aportaciones fue el rescate de la lucha contra el poder, contra el poder familiar, contra el poder escolar, contar el poder estatal, contra el poder militar, contar todos los poderes que lesionaron y oprimieron al conjunto social”.

Él está convencido, ofrece información para abonar su afirmación, de que la represión de 1968 estuvo claramente orquestada por el gobierno y contó con el apoyo del Ejército. No es cierto, dice, que había un sector progresista del gobierno que se oponía a los que estaba pasando.

Para Ortega de los 300 mil estudiantes que participaron en el movimiento a nivel nacional, 297 mil vivieron después como cualquier otra persona de su generación. Pero de los otros 3 mil hubo muchos que hicieron del 68 un modus vivendi. Ellos mutaron de fondo y “esa mutación del alma, se mantuvo bajo la máscara de la congruencia marxista-leninista”. Desde entonces se aprovechan del movimiento.

“A cinco décadas, el movimiento del 68 es historia (…) La generación de esa época insólita está culminando su ciclo en el planeta (…) Es la hora de echar abajo todos los dogmas y las camisas de fuerza de las iglesias basadas en ideologías convertida en religiones de un mundo derrotado por sus propias contradicciones (…) Llegó la hora de decir adiós al 68”, concluye Ortega.

El autor hace una semblanza muy personal de algunos de los líderes del 68 que incluye a Raúl Álvarez Garín, Luis González de Alba, Marcelino Perelló, Liberato, Miguel Eduardo Valle Roberto Escudero y Raúl Jardón Guardiola. Al hablar de sus vidas también lo hace de la suya.

Ortega se considera “Superviviente, sí, maldita sea, nunca me cansaré de celebrarlo”. Lo es del 2 de octubre de 1968 y también del 10 de junio de 1971, pero también de otras muchas batallas que algún día contará. Él siempre ha estado activo en la búsqueda de un México mejor y más justo.

El libro ofrece tres apéndices, uno con fotografías y documentos del archivo personal del autor, otro con una síntesis del trabajo de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) y uno más con una larga lista de bibliografía sobre el Movimiento Estudiantil de 1968.

Jorge G Castañeda, amigo muy cercano al autor, hace el Prólogo donde dice del libro que “si alguien busca recorrer rápidamente este último medio siglo de la historia del país a través de la vida de un actor y observador excepcionalmente perspicaz y sofisticado, cuenta hoy con el mapa de navegación para hacerlo. Es un recorrido que bien vale la pena”.